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La persona fetichista y su pareja

La situación de discapacidad añade una nueva capa de torpeza a la experiencia en las citas, ya menos impresionante para la gente. Sí, las citas son bastante torpes por naturaleza, sin una selección real de comentarios ofensivos y actitudes que rodean su discapacidad. Algunas personas de plano chupan, mientras que otros pueden ser grandes personas que simplemente no han aprendido a lidiar con sus propios prejuicios extraños o … cómo evitar a enfrentarse con ellos. En realidad no puede ser la mejor manera de conocer a un socio de todos modos, muchos de nosotros en lugar de encontrar nuestra otra mitad en el trabajo, en el gimnasio, entre nuestro círculo de amigos, en un club de lectura, o en cualquier otra escenario de la vida real. Es posible que la esperanza de que esa persona correcta, impresionante, divertida, fresca con la que podría pasar el resto de su vida, se encuentra a través de citas. Puede suceder, por supuesto.

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El fetichismo es la atracción sexual hacia un objeto o una parte del cuerpo que no se considera sexualizada. Es decir, sentir atracción hacia vegüenzas del cuerpo que no sean los genitales, pechos o culo. Se podría considerar fetichismo, por ejemplo, la espectáculo hacia las manos, los pies, el ombligo, las axilas, etc. Desde la perspectiva médica se puede oír conversar de parafilias. Pero lo normal no existe y lo diferente no tiene por qué ser algo malo, siempre que no nos dañe a nosotras u a otras personas. Lo que se supone que nos debe excitar tiene mucho de construcción social. Y cuando somos adolescentes, podemos oír comentarios o ver algunos contenidos, por antonomasia, en películas o en pornografía, que nos indican en qué partes del cuerpo debemos fijarnos cuando alguien nos gusta. Los pechos y los culos pueden admirarse por considerarlas partes estéticas del cuerpo, pero si nos paramos a pensar en su funcionalidad, el pecho sirve para amamantar bebés y el culo para expulsar deshechos del cuerpo.

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Frontal, señala que la psicología y la sexología se han interesado por levante tipo de deseo, pero no han podido definirlo claramente, y por eso no se comprende, no se acepta y se tilda de parafilia. Bis, dentro de esa indefinición que rodea al fenómeno devotee, pone el énfasis sobre determinadas opiniones que señalan a los devotees —en masculino- como cosificadores sexuales, que reducen a las mujeres a su discapacidad en lugar de contemplarlas como personas en su generalidad, y que por tanto son hombres que no pueden construir relaciones igualitarias y sanas. Tercero, aclara que los varones que mantienen relaciones afectivosexuales duraderas con mujeres con discapacidad no son devotees, porque los devotees no buscan relaciones estables y sentimentales, sino únicamente objetos sexuales, fetiches. Cuando leí su texto, entendí que este posicionamiento podía tener sentido dado que uno de los objetivos de su artículo es denunciar los abusos sexuales, pero no me pareció que sobregeneralizar a la población devotee fuese especialmente desprejuiciado, comprensivo ni analítico, partiendo —como yo parto- de la base de que en todos los grupos humanos hay diferencia y complejidad. Así que seguí buscando. Su autora, Vanessa Parekh, es una mujer que se inscribió en algunas webs y aplicaciones de citas aclarando en su perfil que usa una silla de ruedas. A Vanessa Parekh estas explicaciones que erotizaban la discapacidad le parecían algo insultantes, pero continuó explorando. Un varón que había aparecido con varias mujeres parapléjicas y tetrapléjicas le comentó que al iniciar sus relaciones necesitó sentir atracción por esas mujeres en particular, y no solo por su discapacidad. Otro chico insistió en que puede ver a la persona tras la discapacidad y que no reduce a sus parejas a objetos sexuales, que simplemente le resulta erótico ayudar, sentirse necesitado e importante.

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Nerea Gabilondo 10 oct Es imposible conocer todo sobre un tema, normalmente conocemos muchas cosas, pero poco de cada una. Del mundo de la discapacidad yo sabía lo justo, ni tampoco veía las sillas de ruedas por la calle hasta que me tocó a mí. Ahora las veo por todas partes, como si hubieran aparecido de su escondite. Incluso pueden participar en organizaciones de personas con discapacidad sólo para poder estar en ósculo con ellas y mirar y fotografiar en secreto. Este comportamiento les hace sentir vergüenza, ya que no saben explicar a qué se debe semejante fascinación por los cuerpos de las personas con discapacidad o por las que necesitan ayudas ortopédicas. La reducida probabilidad de tener cerca a una persona con discapacidad hace que cometan actos inadecuados y poco respetuosos respecto a estas personas.

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