Cada vez que despedimos un año, lo hacemos con mucho amor, compartiendo momentos increíbles con nuestros seres queridos y aquellas personas que nos han apoyado. Estas fechas representan el fin de una etapa y el comienzo de otra; y debemos aprovecharla para la reflexión, pues cómo dice Lupita Moisés, nuestra experta en temas de psicología, no se trata de un borrón y cuenta nueva, sino de un momento óptimo para la transición. El cambio no significa siempre empezar de cero; pero cuando tenemos la voluntad para actuar de una forma diferente y la disciplina para seguir adelante, podemos lograr cosas que antes sólo estaban en nuestra imaginación. Por eso es que traemos para ti un especial de salud y bienestar. La metamorfosis que planteamos no puede ocurrir si no prestamos atención a nuestro presente y pasado. Finalmente, la compasión, esperanza y cariño son los sentimientos característicos de la temporada decembrina. Sin embargo, a veces parece que las fiestas nos dejan agotados, porque nos cuesta retomar el paso en enero, y vemos como muchas personas olvidan que la amabilidad y el respeto al prójimo no dependen de un mes solamente.
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Al comienzo del tercer milenio damos gracias a Dios Padre por el facultad de la creación, y a Nuestro Señor Jesucristo por el don de la salvación. Elevamos nuestra plegaria al Espíritu Santo para que nos fortalezca y nos guíe en nuestra asunción de cumplir todo aquello que el Señor nos ha mandado. Al captar los signos de los tiempos, percibimos al incremento de la emigración entre los pueblos del Continente Americano, como parte del fenómeno mundial denominado como globalización. Vemos también el fenómeno de la migración dentro de un borne esperanzador, aunque unido a grandes desafíos. Hablamos como Obispos de dos Conferencias Episcopales pero como una sola Basílica, unidos en la opinión de que la migración entre nuestras dos naciones es necesaria y benéfica. También somos testigos de la vulnerabilidad de nuestros pueblos al estar involucrados en todos los aspectos del fenómeno migratorio, como las familias devastadas por la aborto de aquellos seres queridos que han emprendido el camino de la emigración, y los niños que viven en la soledad desde el momento que sus padres les son arrancados. Y compartimos la preocupación de los prestadores de servicios sociales y religiosos, quienes intentan responder al migrante que toca a su puerta sin violar los principios de la ley.
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Jessica publicó su anuncio de camino al centro y al rato ya tenía varios mensajes de posibles candidatos. Hace diez meses, Jessica, una mujer de treinta y pico de años, sintió un deseo profundo de tener un hijo. Tras una serie de amistades fallidas tomó una decisión radical para cambiar su destino: puso un aviso en internet para buscar al expectación padre. Quiero un bebé. También debía estar dispuesto a mantener relaciones sexuales frecuentes por unos cuantos días.
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