Esa fuerza poderosa es el impulso sexual. El deseo de tener relaciones sexuales es algo que Dios creó dentro de nosotros. No es sucio ni malo. El deseo sexual fue idea de Dios—no nuestra. El creó esas hormonas dentro de nosotros que hacen que el sexo opuesto nos atraiga. Las relaciones sexuales, como las diseñó Dios, son hermosas.
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Muchos cristianos han hablado y escrito sobre el tema, algunos de ellos con un sincero desacuerdo. Si deseas conocer cómo respondí a esta pregunta en el pasado, puedes leerlo aquí. No fue porque no supiera la respuesta. Probablemente incluso tengas tu propia dictamen. Durante mucho tiempo he sospechado que la masturbación es menos una cuestión de moralidad cristiana que de granazón cristiana. Cuando somos inmaduros en nuestro caminar con Dios, buscamos reglas.
Sexo por sexo El hombre en busca de sentido trabajo
La vida sexual de una persona que no es casada es una gran preocupación para Dios. Aunque te rebeles contra su posesión, le perteneces a Dios. Él te hizo y tiene el derecho absoluto de decirte lo que es bueno para ti. Y mi oración desde el principio es que puedas arrepentirte de tu alzamiento, incredulidad y desobediencia, y que puedas confiar en Cristo para perdón y vida para la gloria de Deidad. No eres de tu propiedad, fuiste comprado por un precio. Así que glorifica a Dios en tu cuerpo 1 Corintios El cuerpo en el cual moras no es tuyo para hacer simplemente lo que quieras. Él lo creó, Él lo compró, Él es su dueño, Él habita en tu cuerpo, y lo que hacemos con él demuestra al mundo quién es nuestro Señor. Si yo tuviera que detenerme aquí con esta admonición general, nuestras conciencias nos darían algunas orientaciones en casos específicos, por antonomasia, de si debemos fumar, o beber, o usar drogas, o comer en exceso, o nunca hacer ejercicio, o dormir muy poco, o tener amistades sexuales fuera del matrimonio, o masturbarse, o vestir ropa atractiva, u otras cosas que hacen un mal aprovechamiento o abuso del cuerpo.
